Sí, a veces, esa inmensa “caldera” que es nuestro aparato digestivo, nos pide a grito sentir algo fresco!.
Pero, no precisamente una ensalada, una fruta; quiere líquido!. Y, muchas veces, nos asombramos que puede ser un día fuerte y frío pero, ahí estamos: Queremos una bebida fría!.
Siempre digo que, al cuerpo, hay que “escucharlo”. Pero, lo que resolvamos, tratemos de hacerlo del mejor modo posible.
Con que una bebida esté a unos pocos grados menos que la temperatura de nuestro cuerpo, habremos cumplido!.
Ahora bien, esa bebida, si ha estado al frío, embotellada en orígen… Todo bien!. Conserva sus propiedades, sabor; brinda satisfacción, etc.
Distinto es cuando, a la bebida, se le agregan cubitos de hielo.
Ya de por sí, si lo pensamos: Estos cubitos de hielo…¿Refrescan verdaderamente la bebida?.
Una vez, en una confitería, me puse a observar que habían servido unas gaseosas, (en otra mesa), y los vasos largos ya venían con cubitos de hielo en su interior.
Comencé a pensar en el posible “orígen-nacimiento” de los mismos: La cocina de la confitería. Los recipientes para formar los cubos de hielo en la heladera… ¿Estaban limpios esos recipientes?.
El agua utilizada. ¿Cargaron esos recipientes apenas abrieron el grifo o dejaron que se “clareara” el agua de sedimentos de la cañería?.
Luego, esos recipientes, ya con el agua, ¿Se colocaron inmediatamente en la heladera, o quedaron sobre alguna mesada, absorbiendo olores y partículas de polvo del ambiente?. El hielo, es como una “esponja” para los microorganismos!.
Esos hielos que sirvieron, ¿Eran nuevos o resultaron pertenecer a algún recipiente “olvidado” en la heladera?. El hielo… “Envejece”!.
Luego, cuando sacaron el recipiente de la heladera, ¿Colocaron los cubos en un recipiente limpio y acondicionado?.
Quien, en la cocina o ya en la zona de la pre-barra de servicio, manipula esos cubos de hielo. ¿Cómo lo hace?. ¿Con la reglamenteria pinza de servir o distribuye, esos cubos de hielo, en cada vaso o recipiente, con la mano?.
… Cuando llegó el mozo para atenderme, me preguntó:
- ¿Qué va a beber?.
Le respondi, con una sonrisa:
- “Café”.
ADRIANA A. GROSSI
26/01/12
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